La iluminación pública ha evolucionado de ser un mero asunto de infraestructura a convertirse en una herramienta fundamental para la creación de ciudades más seguras, accesibles y agradables para vivir.
Según el estudio ’México Iluminado: Cuando las Calles Brillan, la Delincuencia se Esconde’, realizado por El Colegio de Urbanistas de México (ECUM), una adecuada iluminación puede reducir hasta en un 30% la incidencia de delitos como robos y asaltos.
Asimismo, datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) revelan que siete de cada diez ciudadanos se sienten más seguros al caminar por avenidas bien iluminadas.
En este sentido, la transición hacia la tecnología LED marca un cambio significativo tanto desde el punto de vista económico como ambiental para las ciudades en México. Esta modernización tiene el potencial de disminuir en un 60% el consumo de energía y en un 30% la contaminación lumínica, lo que contribuye a la protección de la biodiversidad urbana.
La Comisión Nacional para el Uso Eficiente de la Energía (Conuee) estima que el costo de renovar los 10 millones de luminarias en México ronda los 300,000 millones de pesos, pero los beneficios incluyen ahorros anuales por 9,000 millones de pesos y una reducción de más de un millón de toneladas de dióxido de carbono.
Pese a los beneficios, el alumbrado público enfrenta desafíos significativos. El vandalismo representa hasta 30% de las fallas en luminarias, mientras que la obsolescencia tecnológica (principalmente lámparas de sodio) contribuye con otro 25% por ciento, según el ECUM.
En municipios como Mineral de la Reforma, en Hidalgo, a partir de cierta hora las calles y avenidas se muestran en tinieblas esto debido a que muchas de las luminarias que se encuentran instaladas dejaron funcionar o irradian una luz muy tenue, incapaz de alumbrar al transeúnte; la situación persiste pese a que en 2024 destinaron 11 millones de pesos del presupuesto del erario para la instalación de luminarias adicionales.
Es por ello que las estrategias de urbanismo moderno deben incorporar enfoques integrales como los senderos seguros, que combinan iluminación, cámaras, botones de pánico y arte urbano, de acuerdo con el estudio elaborado por El Colegio de Urbanistas de México (ECUM).
Según ONU Mujeres (2022), estas medidas han incrementado en un 60% la percepción de seguridad entre mujeres al transitar de noche.
Asimismo, la educación también tiene un papel crucial, a través de campañas de sensibilización para reducir el vandalismo y fortalecer la relación entre ciudadanía y espacio público.
Ante ello, el ECUM propone una serie de medidas estratégicas, entre ellas:
Inversión acelerada en luminarias LED, con monitoreo de impacto.
Desarrollo integral de senderos seguros, como política pública prioritaria.
Mantenimiento proactivo y especializado, con monitoreo remoto.
Participación ciudadana mediante plataformas digitales.
Financiamiento mixto y transparente, con colaboración del sector privado.Con información de EL ECONOMISTA