Con la renuncia del senador Néstor Camarillo al grupo parlamentario del PRI en el Senado, sumado al de Cynthia López el año pasado, al PRI ya no le alcanza para tener un lugar en la mesa directiva de la Cámara Alta, pues se queda con apenas 13 integrantes, todos ellos de primera minoría o plurinominales.
Es así que al PRI, además de los problemas económicos que enfrentan y por los que buscan hipotecar sus bienes inmuebles en el país, ahora se suma la falta de legisladores que les permitan al menos ser espectadores en lo que refiere a la política nacional.
Y es que tanto en la Cámara baja como en la alta, tanto el PRI como el PAN son hojas que se mueven a merced el viento, pues con sus votos no les alcanza ya no digamos aprobar alguna iniciativa, sino que ni siquiera tienen la fuerza para frenar las reformas constitucionales incluso poniéndose de acuerdo.
Cabe señalar que es la primera ocasión en la historia del tricolor que no tiene los suficientes legisladores ni para integrar la mesa directiva, lo que revela no sólo la desconexión cuasi total con la ciudadanía y sus necesidades, sino la misma inconformidad de sus militantes quienes un día sí y otro también abandonan el barco porque políticamente ya no aspiran a victoria alguna y porque además, los pocos espacios que se consiguen a través de los plurinominales, son repartidos única y exclusivamente entre una misma cofradía que es la que se ha comido todo el pastel.