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Lealtad

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Abril 25, 2019 09:30 hrs.
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Samuel Schmidt › Emmanuel Ameth Noticias

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Cuándo manejaba el proyecto de la Universidad de Guadalajara en Los Ángeles, cuyo propósito hasta la fecha es para mi un misterio, un funcionario universitario envío un correo electrónico con copia a medio mundo mintiendo sobre una gestión que se estaba realizando en Los Ángeles y que había sido subsanada con suficiente tiempo y de acuerdo a las normas, al encontrarlo en persona le pregunté porque había enviado ese mensaje sabiendo que mentía y respondió: ’Aquí las cosas son así’.

Las cosas que así eran consistían en golpear a alguien para quedar bien con el cacique de la universidad cuyo estilo preferido era ver que sus subordinados pelearan entre ellos, el divide y vencerás a todo lo que daba.

El funcionario mentiroso era leal a los estilos autoritarios, porque la burocracia de esa universidad se ha acostumbrado a que ahí no hay lealtad a principios, a causas y mucho menos a la comunidad universitaria, la lealtad consiste en ponerse como alfombra del jefe para que no se ensucie las suelas y si se puede, doblegar a otros creyendo que con eso se ganan puntos. La verdad es que el mentiroso era pariente del cacique y por eso se mantenía en el puesto. El totalitarismo llega al final de perderle la confianza a todos hasta caer con los parientes, los que por supuesto abusan sabiendo que la sangre manda.

En un régimen democrático los políticos le tienen lealtad en primerísimo lugar al pueblo y de ahí en seguida a las leyes porque emanan de la voluntad y para la defensa del pueblo, por eso en los régimen es democráticos el Estado de Derecho es poderoso y casi se da por garantizado; la sanción usualmente se cumple para los que violan estas normas, pero también en la democracia hay evasión del peso de la ley.

En los regímenes autoritario y totalitario la lealtad se le debe y paga al líder, que normalmente se sostiene en la posición gracias al abuso de poder y hasta con manejos ilegales, al final de cuentas el llega a definir hasta donde llega la ley y su aplicación.

Parte del escándalo que estamos viendo en Estados Unidos sobre el reporte Mueller consiste en que el Secretario de Justicia o Abogado General, por definición legal es el abogado de la nación, no del presidente. Esa es una diferencia de gran sutileza y él la está violentando. El presidente tiene consejero legal en la presidencia y si lo desea contrata a sus propios abogados, que deben ser pagados de su peculio, mientras que la tarea del Abogado General es velar por la defensa del Estado de Derecho. Este Abogado (Barr) actúa como empleado del presidente con lo que políticamente confronta la definición legal debilitando a la institución y su posición política, lo que puede ser una consideración menor para un político sumiso ante el gran poder, pero de la mayor relevancia institucional para la salud del Estado de Derecho, ya que sin este la democracia se derrumba.

La distorsión de la lealtad provoca que el sistema se opaque, que se diluya el Estado de Derecho, afectándose las opciones en manos de la sociedad para equilibrar al poder, como las comisiones investigadoras, lesionándose el derecho de la sociedad para saber, lo que es una condición sine qua non de la democracia.

En la no democracia, aunque en muy raras ocasiones se forman comisiones de la verdad, la verdad se oculta, porque conocerla rompe con el principio de proteger los intereses de los poderosos. Ese fue el destino de la Comisión de la verdad sobre el 68 en México y que al descartarse la conclusión que sugería enjuiciar al ex presidente Echeverría por genocidio se protegía la impunidad. De haberse aplicado, a Calderón se le debería enjuiciar por crímenes contra la humanidad, lo mismo que a Peña Nieto, pero la impunidad impera, los sátrapas se protegen entre ellos. Lo mismo hace Barr al ocultar las conclusiones legalmente más potentes del Reporte Mueller.

En los regímenes no democráticos los poderosos del presente protegen a los del pasado para que la cadena de impunidad no se rompa y se cumpla en el futuro. Todos quedan por encima de la ley, porque el pisoteo de los derechos de los individuos se justifica como la protección perversa del sistema y los que asumen la postura contraria se convierten en enemigos del sistema.

Así en nombre y defensa de la opacidad se reproduce el sistema perverso de lealtad que distorsiona los principios democráticos. Eso es lo que está en juego en Estados Unidos y por eso es tan importante el impeachment de Trump y Barr.

http://www.colloqui.org/colloqui/2019/4/24/lealtad

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