Se jugaba la primera parte de la ansiada final de la Copa del Mundo y los pronósticos fallaban. Croacia, ese equipo aparentemente desgastado por ganar sus justas en tiempo agregado pasaba por encima de Francia, que llegaba como favorito. Pero el fútbol en ocasiones, suele comportarse como una mafia y la designación de Néstor Pitana como silbante adelantaba cómo sería la historia.
Porque el árbitro que se negó en más de una ocasión a ir al VAR cuando el reclamante era un equipo ‘chico’, no dudó en ir a revisión cuando el afectado era el favorito; de la misma forma que la marcación de una falta inexistente provocó un autogol de Mandžukić.
Fue así como el partido que debió culminar su primer tiempo con por lo menos 1 gol a 0 a favor de Croacia, terminó con Francia alzándose 2 a 1. Por supuesto afectó el trámite y en ese ataque suicida orquestado por los croatas, dos jugadas en contragolpe acabaron con quienes injustamente perdían en tanto un erro de Lloris devolvió alguna esperanza, pero no hubo tiempo de más si bien Croacia tuvo la oportunidad de acercarse por lo menos en un gol más.
Nunca sabremos cuál de los dos equipos habría resultado ganador en una final ’justa’. Sería engañoso decir que restando los ’goles arbitrales’ el resultado habría sido un 2-2, toda vez que no podemos saber si con un marcador adverso Francia se volcaría al frente o bien, los beneficiados serían los croatas o viceversa.
Ha sido una verdadera lástima que la FIFA, esa entidad que monopoliza el fútbol profesional y que en países como México permita que haya extorsiones económicas y sexuales para que los jugadores verdaderamente talentosos puedan debutar en caso de carecer de padrinos, haya implementado un instrumento como el VAR como una ’segunda’ oportunidad para beneficiar al favorito o consentido y como una segunda negativa también al equipo que de antemano decidieron perdería; peor es que un árbitro como Pitana porte un gafete internacional siquiera. Croacia cumplió una extraordinaria hazaña al llegar a la final; pero vencer a Francia, al árbitro y a la misma FIFA no era una labor de futbolistas sino de titanes.